Recientemente un estudio llevado a cabo por especialistas en geografía determinó que los centros urbanos del noroeste de la ciudad de La Plata se encuentran afectados por el fenómeno denominado "isla de calor", lo que puede traer marcas térmicas de entre 5 y 10 grados centígrados más que otras zonas de la misma localidad en las que hay más vegetación.
En este sentido, esta es una alteración del clima y del microclima de un área localizada que se genera por las superficies artificiales que componen las calles, andenes, edificios y techos, y se manifiesta por un aumento de temperatura, en comparación con las áreas circundantes con mayor cobertura vegetal. Cabe destacar que origen está estrechamente vinculado al desarrollo urbano y a las propiedades térmicas e irradiantes de los materiales que lo componen, provocando distribuciones desiguales de temperatura según el tipo de cobertura presente.
En ese marco, los investigadores lograron hacer una estimación de la temperatura superficial de los centros de Gonnet, City Bell, Gorina, Villa Elisa, Arturo Seguí y determinaron que son mucho más calientes que las zonas verdes aledañas.
Acorde a lo que indicaron desde el Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), el Centro de Investigaciones Geográficas y el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET), responsables del trabajo, a diferencia del calentamiento global, "las islas de calor son cambios climáticos locales ya que sus efectos se limitan a una escala mucho menor, pero los efectos son similares: generan mayor consumo energético, afectan la salud y perjudican el ambiente".
No obstante, los dos fenómenos comparten consecuencias semejantes: incremento en el consumo energético, impactos negativos en la salud y deterioro ambiental. De acuerdo al estudio realizado a través de teledetección, La Plata se inscribe en este escenario de "isla de calor". Su continuo territorial junto con Berisso y Ensenada, concentra el 1,6% de la población argentina en 307.571 km², donde conviven actividades flor hortícolas, industriales y una intensa movilidad de personas, bienes e información.
A su vez, a través del análisis de imágenes satelitales, se observó que las áreas urbanas del partido presentan temperaturas significativamente superiores a las rurales circundantes. La teledetección, además de evidenciar esta disparidad, permite vincular la temperatura superficial con el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), mostrando la influencia de la cubierta vegetal en la regulación térmica estacional. Este hallazgo resalta el carácter estratégico de dicha herramienta en la detección de procesos de degradación ambiental y en la planificación de políticas de conservación.
Los resultados muestran que hay un patrón diferenciado entre el sector norte y el sur del partido, dividido por la calle 138. En el norte, las localidades de Gonnet, Gorina, City Bell, Villa Elisa y Arturo Seguí muestran características de ciudades compactas en torno a centros comerciales, con veredas angostas y escaso arbolado. En ese maco, las áreas barriales mantienen rasgos de quintas con jardines y arbolado. El sur, en cambio, refleja alternancias marcadas: presencia de cavas y canteras, urbanizaciones cerradas y explotaciones hortícolas bajo cubierta, lo que determina variaciones térmicas y de vegetación más acentuadas.
La tabla de conversión de temperatura superficial y valores de Vegetación de Diferencia Normalizada confirma que las máximas se concentran en los núcleos comerciales (City Bell, Arturo Seguí y Gorina), coincidiendo con menores índices de vegetación. Por su parte, las áreas hortícolas e incluso los clubes de campo, con mayor cobertura verde, registran temperaturas más bajas, lo que evidencia la capacidad reguladora de la vegetación.
“Este análisis permite concluir que el fenómeno de 'isla de calor' constituye una problemática significativa en el área urbana de La Plata y requiere ser incorporado en las políticas de ordenamiento territorial", remarcó la geógrafa María Inés Botana, directora del proyecto. En ese marco, la geógrafa concluyó: "Conocer y comprender el funcionamiento de los ecosistemas urbanos resulta indispensable para diseñar estrategias de gestión que promuevan ciudades más sustentables y resilientes. La investigación reafirma, en última instancia, la necesidad de articular ciencia y política: sólo así será posible construir espacios habitables que armonicen desarrollo urbano y equilibrio ambiental".
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