Como un estruendo que sacudió los cimientos del ágora de la política argenta, el fiscal federal, Diego Luciani estrenó (¿sin quererlo?) un nuevo capítulo de la grieta, que por estas horas mantiene en vilo el ambiente político-periodístico del país. Todas las miradas puestas en esa esquina, Juncal y Uruguay, donde los destinos políticos del país parecen estar poniéndose en juego. El detonante.
Como un ave fénix la llamada grieta volvió fortalecida, se posó en ese cuadrilátero, donde sólo hay lugar para dos, sin espacio para la tibieza o un tercer contrincante. Y así regresó, en su aspecto más clásico, repetitiva en su esencia, distinta en los hechos. Esa grieta reinaugurada allá, por el 2008, en el llamado conflicto con el campo. Alguno dirá que la grieta existe desde la Revolución de Mayo o desde la irrupción del peronismo. Sin embargo, en este 2022, esta polarización se parece más brebaje que degustan y comparten ambos lados de la grieta. La comunión.
A la grieta se la alimenta y Luciani, ofició de encomendado, voluntario o no. Con su alegato enfiló a todo el kirchnerismo/peronismo detrás de la figura de Cristina Kirchner. Como contraparte, aunó a todo el antikirchnerismo en la postura más dura. Le otorgó la épica a Cristina, le devolvió el motivo a su militancia para “ganar las calles”. En la vereda de enfrente, le dio el turno a la hora de los halcones, no hay espacio para las palomas. Se recomponen los extremos.
Del regreso de la grieta, que por ahora, tuvo su climax peligroso en los hechos de violencia desatados en las inmediaciones del departamento de Cristina en Recoleta, se desprenden una serie de interrogantes. ¿Cuál es el resultado real del pedido de condena de 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercicios de cargos públicos contra Cristina? Los análisis juristas más serios y, hasta en muchos despachos de referentes de Juntos por el Cambio, sostienen que difícil aplicar la acusación de “asociación ilícita”. En caso de que hay una condena, no será el año que viene que es electoral y la jurisprudencia marca que en instancias judiciales más elevadas naufrague ante una apelación de la defensa. En busca de efectos.
La otra interrogante es: ¿Esta recomposición del kirchnerismo/peronismo y el regreso de la épica alrededor de Cristina y la militancia es suficiente para ganar las elecciones del 2023? Si bien el peronismo se enfiló detrás de Vicepresidenta, que revalida ser la dueña de los votos de ese espacio y, sobre todo, la que tendrá la lapicera para armar las listas en año que viene, en el mediano plazo no hay serias chances de que la acusación por la Causa Vialidad agigante en porcentaje de votos que se necesitan para ganar una elección presidencial. Sobre todo en esa clase media, tomando en cuenta que este sector, no solo se compone por personas con cierto poder adquisitivo, sino su propia autopercepción de clase media. En ese gran porcentaje del pueblo, el efecto de la acusación de Luciani, sí podría ser, contrariamente, a la inversa. Una efervescencia efímera.
The economy, stupid (es la economía, estúpido), es quizá la frase que desde 1992 resume con exactitud cuál es el primer interés que tiene el electorado/ciudadanía/pueblo a la hora de votar y elegir un gobierno. Alguno dirá que hay cierto grado de “casualidad” en el alegato de Luciani, la vuelta de la señora grieta y los extremos en ambos lados, mientras Sergio Massa realiza un ajuste del gasto público, que soñó Martín Guzmán y que Silvina Batakis ni siquiera pudo pensarlo. Se sabe, comenzaron importantes reducciones en Educación, Salud, Producción e Infraestructura (cerca de 210 mil millones), más los tarifazos en gas y electricidad, una inflación que sigue amenazando en los gastos diarios y que pegará de lleno en la actualización de los alquileres para el último trimestre del año. El bolsillo de la gente.
La grieta le sirve y retroalimenta a los dos sectores extremos para justificar su existencia. Nuevamente, hablar de una instancia superadora parece una utopía. Mientras tanto el mal humor social sigue creciendo. Las encuestas muestran algo que se escucha en la calle. Gran parte de la población no tiene buenas expectativas económicas en el corto, mediano y largo plazo. Piensa que la situación del país es muy mala, que se fue a la B y está a punto de irse a la C. Que en los próximos meses la situación puede empeorar y, como frutilla no deseada del postre, no se siente representada por ningún espacio o candidato de la actual clase política. El dato es simple, hoy en la mayoría de las encuestas, la mayor parte de los consultados muestran un hartazgo hacia el protagonismo repetitivo de la grieta y, de paso, son mayoría en decir “no me siento representado por ningún espacio político”. El pulso de la gente.
Estos datos comenzaron a crecer en 2020 y tuvieron su efecto en las elecciones del 2021. Tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio perdieron gran cantidad de votos, respecto a las del 2019. En la calle, suena con más frecuencia el desencanto de la sociedad con la clase política.
La secuencia de hechos de los últimos días, muestran que las cartas sobre la mesa no están hechas, por ahora, para los moderados. El alegato de Luciani que terminó siendo el detonante para la reacción del kirchnerismo: se vieron carteles en las movilizaciones de “Gracias Luciani”. Hasta hace unas semanas se barajaba con la ecuación si “Macri es candidato, Cristina es candidata”. Más allá de la efervescencia de un “CFK 2023”, es poco probable que la Vicepresidenta decida competir por el Ejecutivo Nacional. Lo que sí, es que Horacio Rodríguez Larreta, en su versión halcón obligado, aparenta ocupar ese lugar de némesis en el regreso de la polarización. Dato no menor, hace unas semanas, el alcalde porteño envió emisarios al Instituto Patria para dejarme el mensaje a Cristina de que en caso de llegar al gobierno nacional buscará "terminar con la persecución por causas políticas" contra los ex presidentes, una visión que también engloba a Mauricio Macri, claro. “No puede ser que un presidente se la pase desfilando en la Justicia por decisiones políticas. Una cosa es la corrupción, pero cualquier cosa, no", aseguraron fuentes del larretismo a finales de julio.
Por Juan Alfaro (ALFA)
Fuente: infocronos.com.ar
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